León de Judah

Si las cosas fueran como uno las piensas sería todo color de rosa, o por lo menos en para mi, la diferencia es que todo en mi vida todo toma el sentido contrario, nada está en su lugar y mucho menos mis pensamientos o deseos. No es imposible, creo que nada ni nadie es imposible siempre y cuando no hablemos de mi vida. Hasta la cosa más cotidiana puede ser imposible. Todo lo que me gusta es imposible, nada de lo que quiero o anhelo está a mi alcance.
No es que sea negativa, y no hay cosas imposibles, pero siempre pedimos dos cuando queremos tres, siempre falta el cinco para el peso, con nada nos podemos conformar. Un ejemplo muy claro y rapidito que sé que seguramente, no soy a la única que le paso:
Estás muerta por él, pero ni siquiera te dice “Hola”, entonces vos ¿qué hacés? “Que sea mi amigo por lo menos, lo quiero cerca”, el día que esa persona es tu amiga te morís de ganas de comerle la boca entonces viene el “Quiero besarlo, un beso nada más ¿qué es un beso? ¿Cuesta mucho?”. En fin, nada nos viene bien… siempre queremos más y más, nunca nos alanza, como dice la canción de Las Pastillas del Abuelo ‘Mientras más les das, menos les alcanza’ y es verdad. No hay fenómeno más extraño que el ser humano: que si hace frío es porque hace frío, si hace calor es porque hace calor. Nada nos viene bien.
¿Por qué lo digo? El lunes te llamé, hacía mucho que no escuchaba tu voz, la extrañaba. Me hubiera gustado tener una charla más fluida e interesante, pero fue como tuvo que ser. “Estás agitada” sé que lo dijiste con otro sentido, o mejor dicho con doble sentido. Pero después de un año sin escucharte la voz ¿Cómo querés que esté? Estaba muy nerviosa, no te lo iba a decir, mis ganas de aturdirte diciéndote ‘te amo’ eran incontables e incontenibles, pero no te lo pude decir. Tengo miedo, miedo al rechazo, a tu rechazo. Si tan sólo hubiese podido oír, por lo menos de labios ajenos que vos todavía pensás en mí, que recordás lo que fuimos, lo que fui con vos. Lo que hiciste que fuera estando con vos, si eso hubiese sucedido te lo hubiera dicho.
Sí, no lo puedo negar, no lo puedo esconder, todavía te amo. Pero mi miedo me encierra. No me das lugar a nada, sos el único que puede hacer desinhibirme. Sos el único que quiero, o por lo menos por ahora. Sos mi León de Judah: se necesita otro León para vencerlo. No creo que puedan vencer a mi León Devorador.
Ahí viene, lo siento. No me extraña pero me desea, ella le negó su cuerpo otra vez y el viene. ¿Cómo se puede negar tal escultural figura? Es perfecto, tiene todo. Todo lo que a mi me gusta, menos la sinceridad.